Leer nos enseña a hablar, nos educa en el arte del diálogo. “Los libros hacen los labios” solía decir el maestro de retórica Quintiliano hace veinte siglos. […] En lo leído está el vocabulario de nuestras propias vidas. Todos somos a nuestra manera narradores y necesitamos las palabras apropiadas para contar y contarnos cada día, para convencer y encantar a quienes nos escuchan.
Irene Vallejo, Manifiesto por la lectura (México, Siruela, 2021).
Las prácticas comunicativas, en tanto están basadas en un intercambio discursivo, varían de acuerdo con las convenciones que han establecido las esferas de actividades determinadas, por ejemplo, no es lo mismo una comunicación entre políticos, que entre artistas pintores o escultores. Su diálogo es muy distinto entre una esfera y otra. Por tanto, las voces emitidas, los mensajes, los contenidos de dichos mensajes, la jerga lingüística, etc., tienden a apegarse a las representaciones establecidas por cada uno de los distintos actores y se moldean o adaptan a las exigencias de los discursos normalizados dentro de esa disciplina, tales como conceptos, tecnicismos, valoraciones o estilos concretos.
Sin embargo, en cada tipo de práctica comunicativa, por lo general existen elementos plenamente identificables. Aquí te indicamos cuáles son estos.