La integridad académica es un concepto que abarca una serie de valores que incluyen la honestidad, la confianza, el respeto, la equidad y la responsabilidad y que deben ser respetados y puestos en práctica por toda la comunidad universitaria. Consiste en asegurar que, en la investigación, en la enseñanza y el aprendizaje se actúa de acuerdo con estos principios. Por ejemplo, la necesidad de reconocer las contribuciones intelectuales de otras personas, ser responsables de nuestros actos, y mostrar justicia y transparencia en todos los aspectos de la vida universitaria. Se fundamenta en la veracidad, la incorruptibilidad y la honestidad. Demanda un proceso de discernimiento y una comprensión profunda de lo que está bien, de lo que está mal, es un compromiso consistente con lo que se aprende y se cree justo. En el caso de la UNAM, el Código de Ética de nuestra institución, destaca que:
La integridad y la honestidad son principios del quehacer universitario. Por ello, todos los miembros de la comunidad académica deben apegarse en todas sus actividades al rigor académico en la búsqueda, ejercicio, construcción y transmisión del conocimiento, así como ser honestos sobre el origen y las fuentes de la información que empleen, generen o difundan. La integridad y la honestidad académica implican: Citar las fuentes de ideas, textos, imágenes, gráficos u obras artísticas que se empleen en el trabajo universitario, y no sustraer o tomar la información generada por otros o por sí mismo sin señalar la cita correspondiente u obtener su consentimiento y acuerdo.
De acuerdo con el International Center for Academic Integrity, los valores fundamentales de la integridad académica son:
La honestidad académica se enfoca en retomar la práctica de ciertos valores morales como: la responsabilidad, respeto, honestidad, laboriosidad, etcétera; dichos valores han ocupado un segundo plano especialmente cuando una persona decide usar el plagio como una herramienta rápida para cumplir con sus tareas escolares, realizar una investigación, etcétera.
Por ello, la honestidad académica se refiere al cumplimiento cabal de la responsabilidad contraída en todo el quehacer académico sin recurrir al engaño, el fraude, la mentira ni la usurpación; en contraposición, se debe entender la deshonestidad académica como toda forma de falta de integridad, se refiere a las diversas formas de copiar, hacer trampa o engañar.
Típicamente todos los trabajos académicos, desde las tareas escolares hasta los manuscritos de investigación, se revisan o se construyen sobre investigaciones o documentos previos y a menudo son fundamentales para el éxito en la carrera académica que puede ir desde la aprobación en una asignatura a la obtención de premios y reconocimientos dentro de una disciplina.
La Oficina de Integridad en la Investigación de los Estados Unidos (U.S. Office of Research Integrity) define el plagio como “la apropiación de las ideas, procesos, resultados o palabras de otra persona sin darle el reconocimiento adecuado”.
Dicho de otra forma, el plagio es la presentación fraudulenta del pensamiento de otra persona como si fuera de uno mismo. De hecho, la raíz latina de plagio significa secuestrador o ladrón. Tal robo es una forma de falta de ética académica, reciclar o hacer una referencia incorrecta a trabajos previos puede disminuir la probabilidad de publicar y perjudicar las posibilidades profesionales y puede así llevar al despido de las universidades y de otras instituciones de investigación, al rechazo de artículos o la retractación de la revista con la consiguiente disminución de la credibilidad como investigador; en las aulas implicaría no acreditación de la asignatura, repetición de curso, y/o sanciones administrativas, entre otras consecuencias.
Hoy en día concurren ciertas condiciones que hacen del plagio un problema especialmente apremiante, haciéndolo más visible. Parece claro que la principal de estas condiciones tiene que ver con el acceso a Internet y la consiguiente posibilidad de obtener grandes cantidades de información en formatos fácilmente reproducibles.
La facilidad para encontrar información en la web “copiarla” y luego “pegarla” en los propios textos ha dado lugar al surgimiento de una cultura del copy-paste –la denominación informática del plagio–, que se empieza a desarrollar, casi sin conciencia, en las aulas y luego se extiende, ya en forma de hábito, a la vida universitaria.
El plagio es un acto documentado desde hace mucho tiempo; en los últimos años, sobre todo a partir de la era de Internet, está acaparando una especial atención por parte de las comunidades académicas y de la sociedad en general. Esto debido no sólo al creciente número de casos que salen a la luz pública en los medios de comunicación; sino también a las investigaciones científicas que se han llevado a cabo para determinar la magnitud del problema y que afecta tanto a investigadores, docente y alumnos.
La modalidad de fraude más extendida en las aulas es, sin duda alguna, el plagio académico. Engañar, falsificar, defraudar, mentir, adulterar, ocultar, confundir, etcétera, son verbos no conjugables en la transmisión e intercambio de conocimiento en el campo educativo. A pesar de ello son numerosas las señales e indicios que advierten que las prácticas deshonestas están ciertamente asentadas en las aulas, y no solo eso, el problema es todavía más alarmante ya que parece existir cierto acuerdo en cuanto a que los usos y praxis fraudulentas van en aumento en lugar de retroceder.
Aunque a menudo creemos que el plagio es intencionado, también puede ser accidental o por desconocimiento, en muchas ocasiones, se ha relacionado con un déficit de competencias informacionales entre el alumnado por ejemplo: desconocimiento de estilos de citación y elaboración de referencias, la creencia popular de que "la imitación es la forma más sincera de halago”, aunado a la poca comprensión de qué es el plagio genera situaciones en las que se incurre en un robo intelectual inconsciente o accidental.
Si bien la idea básica de lo que significa el plagio está bastante extendida, pueden no ser claras para los estudiantes las implicaciones que tiene, ni cuáles son las estrategias para no caer en él. Esta es una constante en la educación, en donde existe la advertencia y la sanción, pero no siempre se ofrecen las orientaciones acerca de los mecanismos para enfrentar este problema.
Para combatir el plagio académico existen diferentes estrategias, orientadas cada una de ellas a combatir el problema poniendo el foco de atención en algunas las diversas causas y motivaciones que hay detrás de esta mala práctica. Estas estrategias son compatibles y complementarias y, de hecho, se considera necesario que se actúe en todos los frentes posibles para que la estrategia sea global y efectiva y dé los frutos esperados. Algunas de las estrategias que se pueden seguir para evitarlo son las siguientes: