En un trabajo académico se presume siempre que lo que el autor presenta es un desarrollo propio y original. Esta presunción sólo se desvirtúa mediante la cita o la referencia de la fuente de la que se extrajeron las ideas o datos. Por lo mismo, si falta la cita respectiva, se presume que el autor presenta su exposición como si fuera propia y original. De ahí, pues, que, en ausencia de la cita de las fuentes, nadie pueda excusarse de la imputación de plagio mediante el alegato de que no señaló expresamente que las ideas contenidas en el trabajo fueran propias.
“Citar” viene del latín citare, que en una de sus primeras acepciones significa “poner en movimiento”. No en vano, cuando un juez quería hacer comparecer a alguien ante un tribunal, lo “citaba”, es decir, lo hacía venir. Éste es un uso muy significativo de la expresión porque no sólo indica que toda cita es una incitación, sino también porque señala que citar tiene que ver con el hecho de hacer presente algo, de convocarlo, de llamarlo.
El citado es motivado a presentarse por medio de la citación. Esto hace comprensible que nuestro “citar” también signifique retomar o repetir palabras ajenas. Por cierto, cuando se cita algo en un texto, se hacen presentes palabras ajenas al texto mismo, y ésta es su función principal. La cita, entonces, es la vía que tiene el autor para dar a conocer a sus potenciales lectores que una determinada información contenida en el trabajo procede de otra fuente.
Así, “citar” significa principalmente señalar o indicar que se están retomando o repitiendo palabras ajenas, incorporadas al propio texto. Por esto, una cita nunca es completa por el mero hecho de repetir, sino que se requiere también que, de una u otra manera, se le haga evidente, que se logre diferenciar lo propio de lo ajeno. Puesto que el uso de la correspondiente cita es importante para deslindar lo propio de lo ajeno, es necesario que el alumno conozca adecuadamente los diferentes estilos de citación bibliográfica, para evitar caer en los opuestos de citar; es decir, disimular o encubrir al no hacer explícitas las citas cayendo en el engaño, dolo y plagio.
Ahora bien, en los textos propios no solo se convocan eventualmente textos de otros, sino que muchas veces se motiva la acción contraria, aunque complementaria, es decir, remitir a ellos. Con esto tienen que ver básicamente las referencias.
Citar y referir en un texto académico no es meramente una cuestión de moda o de protocolo, sino que se trata de algo esencial y constitutivo de lo que significa ser parte activa de una comunidad académica por medio de lo a bien sea para demostrar adquisición de conocimiento, divulgarlo en algún sentido o como medio para presentar el que se ha generado.
La utilización de las citas y referencias bibliográficas de una manera coherente y uniforme está regulada a nivel internacional con la Norma ISO 690:2013 como marco general, así la mayoría de los estilos bibliográficos científicos se ajustan a unas características en el modo de organizar el contenido.
ISO 690:2013 Information and documentation. Guidelines for bibliographic references and citations to information resources. Más que proporcionar un formato concreto esta norma, establece un marco general y unas directrices mínimas para la elaboración de referencias bibliográficas y citas de diversos tipos de recursos de información. Contienen instrucciones para la redacción de referencias bibliográficas y son aplicables a referencias y citas de todo tipo de recursos: monografías, artículos de revistas, patentes, material cartográfico, recursos electrónicos, música, grabaciones sonoras, fotografías, material audiovisual, etcétera.
Alguna vez ha tenido dudas sobre qué tipo de comillas utilizar en su texto, cómo escribir una abreviatura, utilizar cursiva o negrita para resaltar una parte importante, cómo se debe citar una fuente o cómo escribir la bibliografía en un trabajo., o qué estilos utilizar para cuadros, gráficos y tablas, para dar respuesta a estas y múltiples dudas similares se hace uso de los Manuales de Estilo.
En el universo de la escritura y la edición académicas, los manuales de estilo tienen una larga tradición
—el de Chicago, por ejemplo, con más de cien años desde su primera edición—. El número de posibilidades es considerable y cada vez más especializado, producto de un trabajo editorial estructurado y compartido por muchos, que rebasa el conocimiento básico de las reglas gramaticales, ortográficas y ortotipográficas en cualquier lengua escrita, para seguir como criterio fundamental la naturaleza propia de las disciplinas a las que van dirigidos.
Desde una perspectiva general, un buen manual, sin importar su origen ni su naturaleza particulares, se entiende como una herramienta de trabajo que ofrece a quien lo consulta una serie de normas, códigos, protocolos, guías, sugerencias, ilustraciones y principios que se han establecido en el tiempo y que han sido el resultado de una atenta observación y de un profundo estudio de las variables que expone. Sin embargo, un buen manual no se limita a una compilación de preceptivas, sino que estimula el rigor, la claridad y el criterio a la hora de tomar decisiones.
Un manual de estilo no es más que una guía que recoge criterios y pautas para aplicar en una publicación u otro tipo de medio. No es un tratado de gramática o de lingüística, en el caso de las publicaciones, ni un tutorial o ayuda técnica en el caso de las aplicaciones y sitios web, sino una guía donde se establecen las preferencias de unas normas sobre otras.
El objetivo de cualquier manual de estilo es tipificar, armonizar, estandarizar, homogeneizar, normalizar, unificar y uniformar criterios, considerándose dentro de esto últimos los lingüísticos, estéticos, técnicos, de procedimiento, ortotipográficos, entre otros, para aplicarlos a una publicación impresa o digital, a un artículo o documento, u otro tipo de medio, como una página web o una aplicación para móviles y tabletas.
La aplicación de las normas de un manual de estilo dota al documento académico, artículo, libro, de una determinada identidad, y con ello confiere a la obra de una identidad propia, y le da continuidad. Además, facilita la implementación y favorece la utilización o la lectura. El formato de los manuales de estilo se estructura casi siempre de la siguiente forma:
La Norma ISO 690 ha dado lugar a diferentes estilos “estilos bibliográficos” asociados a entidades, a determinadas áreas de conocimiento o disciplinas, a tradiciones académicas o incluso a revistas o publicaciones concretas, algunos se han convertido en estándares de facto.
Los estilos bibliográficos son un conjunto de reglas que definen qué datos deben incluirse al citar cada tipo de documento que hemos consultado, así como el orden y el formato tipográfico en que deben transcribirse dichos datos. Con ello se busca redactar las citas y referencias de una manera uniforme y coherente que determinan:
Al iniciar un trabajo académico, una tarea escolar o una investigación, es muy importante elegir el estilo bibliográfico adecuado al área de conocimiento o en el caso de investigación a la publicación a la que se quiere enviar el artículo para su publicación, en algunas revistas el estilo de cita bibliográficas no sólo se usa para las citas sino también para la forma de redactar los artículos científicos, la estructura del documento, organización del contenido, la presentación de resultados, etcétera.
Algunos de los principales estilos bibliográficos utilizados son:
“Sea cuidadoso al anotar la información bibliográfica de las fuentes que consulte, e incluya todos los elementos de identificación y no olvide las páginas”
Como se ha mencionado a lo largo del Módulo anterior, citar es una acción fundamental para respetar la propiedad intelectual de los autores / creadores. Por ello, es necesario ahondar sobre los tipos de citas que pueden presentarse en los trabajos académicos.
Aunque diversos autores manejan diferentes tipologías de la cita, la más aceptada es aquella de las divide en dos grandes rubros: las citas literales (directas) y no literales (indirectas).
Lo anterior puede observarse en los siguientes ejemplos:
Para Schmitt (2004, p. 1) el Leviathan es considerado como “un símbolo de la unidad política, no ya un corpus cualquiera o un animal, sino una imagen de la Biblia, ciertamente del Antiguo Testamento, revestido en el curso de muchos siglos de interpretaciones míticas, teológicas y cabalísticas”.
A lo largo de la historia, el Leviathan de Hobbes ha sido sujeto a múltiples interpretaciones, ya sea desde la perspectiva de la política, la religión, la mitología y la cabalística (Schmitt, 2004, p. 1).
Para Massi (2005, pp. 3-4) las citas pueden subdividirse en seis subcategorías:
Como puede observarse, esta tipología de las citas hace posible al investigador discernir la forma más adecuada de incluir referencias al trabajo de un autor / creador diferenciando de forma evidente la voz propia y la voz del otro en el cuerpo de un texto académico.
La Universitat Politécnica de Valencia (2018, p. 2) señala como obligaciones de la cita las siguientes:
El estilo APA, de la American Psychological Association, data de 1929. Hoy día, la 7ª edición es la más actualizada y consta de un conjunto de directrices enfocadas a la uniformidad en el proceso de citación y referenciación de los trabajos académicos. Su sistema de citación es autor – fecha. APA es muy utilizado en el área de las ciencias sociales (Psicología, Educación, Trabajo Social, enfermería, negocios, economía, entre otros).
El Manual de Estilo de Chicago tiene sus orígenes en 1906 y fue elaborado por la University of Chicago Press, fue creado para dar formato a los escritos antes de ser publicados en dicha universidad. En sus primeras ediciones este estilo únicamente era numérico y con subíndices como nota a pie de página o al final del capítulo, actualmente cuenta con dos estructuras de citación la numérica y la parentética. En su edición número 17° recomienda eliminar los latinismos como son Op. Cit., Ibíd, e Ibidem, proponiendo una estructura más sencilla para los usuarios; las áreas que más lo usan son las humanidades y las ciencias sociales.
Estilo MLA es la sigla de la Modern Language Association, entidad que publica el MLA Handbook for Writers of Research Papers, para darles unidad a los textos científicos publicados en el área de ciencias sociales, humanidades, lengua y literatura en cuanto a edición, citación, referenciación, presentación de tablas y figuras, etc.
El Estilo IEEE es la sigla del Institute of Electrical and Electronics Engineers, entidad que publica el IEEE Citation Reference para darles unidad a los textos científicos publicados en el área de ingeniería en cuanto a edición, citación, referenciación, presentación de tablas y figuras, etc.
El estilo de citación y referencias Harvard (Harvard Reference System), creado a fines del siglo XIX por Charles Sedgwick Minot, catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, se adopta utilizando el sistema (Autor/Fecha) y actualmente se utiliza en las áreas de humanidades, historia y sociología.
El estilo de Vancouver se adopta en 1978 en una reunión donde se crea el Comité Internacional de Editores de Revistas en Medicina (ICMJE). Este estilo es usado en el área médica y de la salud. La forma de emplear este estilo es a través de numeración consecutiva y puede ser entre corchetes, paréntesis o como superíndice.