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Mortimer J. Adler y Charles van Doren, en el libro Cómo leer un libro. Una guía clásica para mejorar la lectura (2ª. ed. 2001, versión castellana Flora Casas, Madrid, Editorial Debate.

  • La lectura de inspección como el arte de sacar el mayor provecho posible de un libro en un tiempo limitado, [tiene] carácter fundamentalmente correctivo, es decir, que si no exclusiva, sí fundamentalmente proporcionan instrucción lectora al nivel más elemental [...]
  • Hay muchos libros que realmente no merecen una prelectura, otros que deberían someterse a una lectura rápida y unos cuantos que deberían leerse a cierto ritmo, por lo general bastante lento, que permitiese una comprensión total.
  • Es una pérdida de tiempo leer lentamente un libro que sólo merece una lectura rápida, y las destrezas de velocidad lectora pueden ayudar a resolver este problema, que constituye uno de los muchos que pueden presentarse en la lectura.
  • Los obstáculos que impiden la comprensión de un libro difícil no son por lo general, ni quizá tampoco en primer lugar, de carácter fisiológico o psicológico. Tales obstáculos surgen sencillamente porque el lector no sabe qué hacer con un libro difícil y que merece la pena ser leído. No conoce las normas por las que se rige la lectura ni sabe cómo organizar sus recursos intelectuales para esta tarea concreta.
  • De poco le servirá leer muy deprisa si no sabe qué está buscando ni cuándo lo encuentra.
  • Respecto a los ritmos de lectura lo ideal no consiste únicamente en ser capaz de leer más rápido, sino de hacerlo a distintas velocidades y saber cuándo resulta más conveniente cada una de ellas.
  • La lectura de inspección se domina rápidamente, pero no sólo porque se lea más deprisa, [...], sino también porque se lee menos de un libro cuando se realiza una lectura de este tipo y porque se la lleva a cabo de forma distinta, con objetivos igualmente distintos en mente.
  • La lectura analítica es mucho más lenta que la de inspección, pero incluso cuando se lleva a cabo una lectura analítica no habría que efectuarla en su totalidad a la misma velocidad. Cualquier libro, por difícil que sea, contiene un material en sus intersticios que puede y debe leerse rápidamente, y todo buen libro contiene asimismo material difícil que debe leerse con suma lentitud.
  • No existe una sola velocidad adecuada a la que se deba leer un libro, siendo lo Ideal poseer la destreza de leer a diversas velocidades y saber cuál es la más adecuada en cada momento.
  • Una gran velocidad supone un logro un tanto dudoso, y sólo tiene valor si el material a leer no merece realmente la pena.
  • Todo libro debe leerse a una velocidad no inferior a la que se merece y no superior a la que puede alcanzar el lector para su satisfacción y comprensión. De todos modos, la velocidad de lectura, ya sea lenta o rápida, tan sólo representa una mínima parte del problema que se les plantea a la mayoría de los lectores.
  • Siempre es aconsejable la prelectura o lectura extensiva de un libro, necesaria cuando no se sabe [...] si el libro que tenemos en las manos merece ser leído con atención algo que averiguaremos precisamente con una prelectura. Por lo general, es deseable realizar tal tipo de lectura incluso con un libro que vamos a leer con detenimiento, para hacernos una idea de su forma y estructura.

 

Kenneth S. Goodman, El proceso de lectura: consideraciones a través de las lenguas y del desarrollo

 http://delengualiteraturas.blogspot.com/2010/01/el-proceso-de-lectura-consideraciones.html

La lectura es una conducta inteligente y el cerebro es el centro de la actividad intelectual humana y del procesamiento de información. El cerebro controla al ojo y lo dirige para que busque aquello que espera encontrar. De tal modo, incluso en el ciclo óptico, el lector controla activamente el proceso. Sabemos cuál es la información más útil que buscar, dónde encontrarla y cuál información ignorar. El ojo humano es un instrumento óptico. Tiene un lente con una distancia focal que solamente puede recoger información clara de una parte pequeña del texto. Pero el ojo también tiene un campo periférico menos claro y el cerebro puede hacer uso de lo que ha sido visto borrosamente si tiene expectativas que lo guíen.

 

Nuestra capacidad para predecir pautas de lenguaje es tan fuerte que lo que creemos que vemos es en su mayor parte lo que esperamos ver. En la medida en que lo que vemos es suficientemente consistente con nuestras predicciones y en la medida en que tenga sentido, estamos satisfechos. Una vez que hemos obtenido sentido del texto tenemos la ilusión de que hemos visto todos los detalles gráficos del texto. Esto hace que el ciclo perceptual sea muy eficiente. Podemos hacerlo muy bien con muy pocos índices, si estamos tratando con textos significativos y predecibles. La lectura veloz está asociada con alta comprensión no solamente porque los buenos lectores pueden procesar el input perceptivo más rápido, sino también porque son eficientes en utilizar la menor cantidad necesaria de índices visuales. No se distraen prestando atención a información irrelevante del texto; utilizan índices perceptivos mínimos para activar sus esquemas.

 

El ciclo sintáctico requiere fuertemente el uso de estrategias de predicción y de inferencia. Los lectores deben ser capaces de utilizar elementos claves de las pautas de oración, nexos y sufijos gramaticales y puntuación para predecir pautas sintácticas cuando comienzan a procesarlas. De otro modo, no pueden dar su valor correcto a cada elemento sintáctico y saber dónde buscar la información más útil. De la misma manera que uno necesita saber dónde quiere ir cuando comienza un viaje, también debe conocer la pauta cuando comienza a leer una oración.

 

La cláusula es la unidad de lenguaje más importante porque el significado está organizado y presentado a través de cláusulas y de sus interrelaciones. Los lectores deben ser capaces de predecir las pautas de las cláusulas y sus interrelaciones (independientes, coordinadas o subordinadas) para clasificar las cláusulas y obtener el significado.

 

La búsqueda de significado es la característica más importante del proceso de lectura, y es en el ciclo semántico que todo toma su valor. El significado es construido mientras leemos, pero también es reconstruido ya que debemos acomodar continuamente nueva información y adaptar nuestro sentido de significado en formación. A lo largo de la lectura de un texto, e incluso luego, el lector está continuamente reevaluando el significado y reconstruyéndolo en la medida en que obtiene nuevas percepciones. La lectura es, pues, un proceso dinámico muy activo. Los lectores utilizan todos sus esquemas conceptuales cuando tratan de comprender.

 

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