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Siguiendo la definición de ética en este mismo sitio web, se entenderá por “ética académica” al conjunto de normas establecidas por una institución educativa que tienen la finalidad de regular las conductas de sus integrantes —llámense estudiantes, profesores, investigadores, bibliotecarios, personal administrativo, entre otros muchos— en sus respectivos ámbitos y en comunión con otros, en dirección hacia prácticas, quehaceres y haberes responsables, íntegros, justos y éticos.

En este sentido, la “ética académica” es un concepto que se aplica a todas aquellas actividades relacionadas con el quehacer educativo, como son: el aprendizaje, la enseñanza, la investigación (humanística y científica), la legislación, las actividades bibliotecarias, la publicación de frutos académicos y la administración, por mencionar los más elementales.

En todos estos ámbitos, la honestidad y la confianza deben ser los ejes alrededor de los cuales deben girar todos los actuantes de una institución educativa; sin embargo, por ser ésta el centro de la enseñanza, la ética académica se basa sobre todo en la honestidad intelectual.

En este ámbito se producen, crean o generan ideas, conceptos, escritos o publicaciones académicas que tienen que ver con los dominios cognoscitivo, afectivo o emocional, intelectual y analítico. Por ello, la ética académica que debe tener cada individuo en la esfera en la que se mueve, tiene que ver con el respeto de las ideas de los demás y del esfuerzo que conlleva la generación de cada una de ellas.

A sabiendas que el conocimiento o la generación de nuevos conocimientos es uno de los objetivos de la enseñanza, en esta medida el respetar los conocimientos anteriores es una práctica ética intrínsecamente unida a la integridad académica, pues son las instituciones educativas las que forman individuos honestos, transparentes, justos y comprometidos con la realidad y las sociedades en las que viven, y que, por lo mismo, ayudan a la mejora y resolución de los problemas.

Harold Bloom, en su obra Taxonomía de los objetivos de la educación. La clasificación de las metas educacionales afirma que el desarrollo de capacidades y habilidades intelectuales en el ser humano lo llevan a contar con valores que integran una vida digna y plena. En este sentido la ética académica ha de cumplir en el individuo el objetivo de formarlo como individuo digno y responsable:

 

“…la aptitud del individuo para encarar independientemente sus dificultades es un signo deseable de madurez. Se espera que al madurar las personas sean cada vez más hábiles para resolver problemas por su propia cuenta y tomar decisiones prudentes sobre la base de su propia elaboración. Esta capacidad de actuar independientemente es tomada, además, como prueba de su ajuste y adaptación al medio. Se reconoce que un individuo no podrá mantener su integridad como personalidad independiente a menos que sea capaz de vencer por sí mismo los obstáculos que encuentre”.

Harold Bloom (1990). Taxonomía de los objetivos de la educación. La clasificación de las metas educacionales. Trad. Marcelo Pérez Rivas. Buenos Aires, Editorial Librería “El Ateneo”, p. 31.

 

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